lunes, 21 de noviembre de 2022

EN EL BALCÓN

 


En el balcón

Temprano amanece. El sol presenta su cara por el Este. El color caramelo invade la distancia. Es una tibia mañana de verano. Calienta suavemente el ambiente. Los pajaritos pian en alboroto. Todavía la ciudad se mantiene en calma. Pocos transeúntes caminan por la calle. En lo alto de un balcón una cortina es batida por el viento. Tras la transparencia se observa una presencia. Al adherirse la tela hay formas que se revelan.

Un peatón camina paso a paso. No lleva prisa. Siente gozo por el clima cálido. Perdido en sus pensamientos está ausente. Inesperadamente algo llama su atención. Levanta la mirada. He allí que descubre algo. En el balcón hay algo indefinido. Afina su mirada por curiosidad.

-¿Qué es? –se pregunta deteniendo su marcha.

Observa. La tela de un balcón se mueve. Algunas formas se adivinan tras ella. De pronto una mano la aparta. Una mujer se asoma solo cubierta por una corta y delgada camisa. Desde su alto lugar ella admira directamente hacia el horizonte, plegando sus ojos bajo el efecto de la claridad.  La  luz del sol la descubre en toda su amplitud. Se estira. Deja escapar un ligero bostezo. Se estremece con gusto. Se muestra distraída. Bajo la transparencia de su blusa se ve la punta de sus senos erguidos y una sombra más abajo de su vientre.

Debajo al nivel de la calle, el testigo le ha seguido en todas sus expresiones. Otros dos sujetos se detienen y observan al mismo objetivo.

Ella se gira mostrando su espalda. Se yergue destacando su pompis. Vuelve a enfrentar la calle. Encoge sus hombros, dobla su cuello y ofrenda en su rostro satisfacción. Mueve sus manos hacia los botones de su camisa e inicia un desvestimiento. Como en un encantamiento se brinda desnuda en todo su esplendor. Al sentir el abrazo del viento se deleita. Estira sus brazos hacia adelante como queriendo abrazar el paisaje. La luz del sol la cubre de un manto brillante, en contraste con las sombras de su cuerpo destacando sus curvas. Sus senos firmes desafían la gravedad. Sus piernas largas y torneadas parecen no tener fin. Las caderas perfectamente redondas insinúan femineidad.

Los testigos accidentales que fueron elegidos para verla están atónitos. Dentro de sí, ellos no pueden creer lo que ven. Sus respiraciones se mantienen en resuello. Uno de ellos se le resbala un hilo de saliva de sus labios. Sus corazones palpitan aceleradamente.

La ostentación se mantiene por unos escasos minutos. Pero su efecto deja secuela. Ella satisfecha desaparece tras la cortina. Pero ellos en impacto todavía miran con ansia hacia el balcón.     

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