lunes, 5 de diciembre de 2022

EN EL CAMPAMENTO INDIO

 



En el campamento indio

Al final del otoño, cuando las primeras corrientes frías soplan. Aún el color de las hojas de los árboles es rojizo oscuro. A cierta distancia de un bosque espeso de árboles muy altos, en un campo cubierto de hierba corta se encuentra una aldea de chozas cónicas. Un paraje donde corre un río de abundante agua cristalina. En el que transcurre la vida de unos nativos. En esta estación, ellos ya cubren su desnudez con telas abrigadoras. Ahora el sol declina por el oeste. Su disco se oculta en el firmamento dibujando sombras en cielo.

Algunos jinetes ya llegan al asentamiento. La labor diaria de la caza se ha cumplido. Los niños continúan jugando, los eternos juegos que han pasado de una generación a otra. Las mujeres han montado el fuego entre piedras y ramas secas, el que chisporrotea al arder. Se acerca la hora de la comida. Esperan a sus hombres. Los ancianos sentados, rodeados por algunos jóvenes discuten acerca de los dioses. Otros hombres se entrenan en el oficio de la contienda. La defensa de la tribu es objetivo principal.

Un guerrero de fuerte complexión pasea su mirada a su alrededor. Curiosea sin muchas ganas. Algunas mujeres jóvenes recogen la ropa lavada en la mañana y puesta al sol. El que ya declina. Una de ellas llama la atención del hombre. Es bonita, sin muchas exigencias. Ella ríe mostrando sus lindos dientes, muy blancos. Su vestido se le pega a su cuerpo, por la acción del viento destacando una figura firme y de buena forma.

- ¡Sigh ains! –suspira el hombre. Sintiéndose atraído.

En paralelo, otro indígena observa a la misma mujer, desde otro lado. Sabe apreciar la belleza de su piel morena y su brillante cabellera negra. La mira sonriendo ladinamente. Cierto pensamiento oscuro le cruza en su mente.                            

Por casualidad, los dos hombres se acercan a la joven, al unísono. Al notarlo ellos se miran con disgusto. De inmediato se establece una competencia. El segundo empuja al primero. Quien le responde con un puñetazo. Cuchillos afilados se muestran en sus manos. Inclinados en posición de ataque se acercan y se alejan trazando círculos. El segundo corre hacia el otro cortando el aire a  tajos. El primero salta cubriéndose del ataque. Pero se para con las piernas abiertas en tensión. Respirando hondo. Buscando un lado débil de su contrincante para atacar y herir. La acción produce sudor en su cara abrillantándola. El segundo le cae encima. Y él evade el intento pegando un codazo fuerte en la espalda del atacante, quien cae al piso en dolor intenso. Otros hombres se acercan y los separan. Se da aviso al cacique, quien se presenta de inmediato. Indaga por el motivo de la  pelea. Llaman a la mujer en cuestión.

-¿Sabes que los dos te quieren? Hasta han llegado a intentar matarse. ¿Elige con cual te quedas? Y zanjemos este mal encuentro-. Ella los mira. Se voltea hacia el jefe y expresa:

-¡Ninguno! –marchándose.    

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