lunes, 31 de octubre de 2022

EN LA ILEGALIDAD

 


En la ilegalidad

El frío invierno traspasa hasta los huesos. El joven camina rápido soplando su aliento sobre sus puños para calentarlos, siquiera un poco. Se siente débil. No ha comido en los dos últimos días. Se encamina hasta el sector de los gimnasios, buscando la asignación de una pelea. Él se defiende bien en un ring de boxeo. Es alto y  musculoso, tiende a la delgadez, con solo 70 kilos de peso.

-¿Me das una oportunidad? –inquiere al entrenador-.No tengo nada –Él responde-. Y algo por ahí, de los bajos fondos –el muchacho insiste-. Te he dicho que eso es ilegal y muy peligroso. Varios han sido encontrados muertos. ¡Alejate de esas peleas!

Se encamina hacia el área de los muelles. Entra a un edificio con apariencia de abandono. Pero hay gente adentro. ¿Qué pasa? -saluda-. ¿Y tú que buscas? -le responden-. Una oportunidad de montarme al ring –informa-. Quedate por ahí -de súbito se acerca el encargado y le propone: -En un rato comenzaran los encuentros. Se trata de que aguantes solo hasta el asalto 7. Cuando recibas un golpe debes tirarte al suelo hasta que el referí anuncie noqueo y  gane el otro púgil. ¿No puedo ganar la pelea? –pregunta el joven-. ¡Claro que no! –respondió el encargado-. Pero yo peleo muy bien –replicó el joven-. ¡No! tú te tiras al suelo y pierdes.

El público llega en tropel. Se respira excitación en el ambiente. Todos hablan y aun gritan. El joven sube al ring, cuando observa a su contrincante. Es un mastodonte de más de 100 kilos con cara de matón. El recolector de las apuestas grita más fuerte, haciéndose escuchar en la multitud:

-¡Apuesten! ¡Apuesten! –ofrece-. Voy 50 –reta uno-.Coloco 100 –arriesga otro-. ¿Por cuál contrincante? –indaga el recolector-. Por El Toro-. Le responden en su mayoría-. Juego 80 al ganador, el corpulento.

El referí reúne a los dos peleadores en el centro del ring. Suena la campana. El grandote se mueve de manera pesada. Mientras que el chico es muy ágil. Éste respira profundo mientras busca su oportunidad de acercarse al otro. Sabe que no puede dejarse aproximar porque de un solo golpe terminara en el suelo. El Toro resopla buscando solo un instante en que se acerque y pueda golpear al chiquillo. Los dos oponentes intercambian movimientos con cautela, tácticamente, atacando y defendiendo. Pero en un momento de distracción, el chico se  acerca muy rápido y asesta un golpe con su mano izquierda en la cara del otro. Sin darle oportunidad de inmediato golpea con la derecha y luego vuelve con la izquierda de manera certera. Bajo el acoso El Toro se desequilibra. El chico ve su oportunidad. En postura, sincronizado, veloz y potente planta un golpe seco a  la mandíbula del otro. Apaga las luces de El Toro por completo cayendo como una masa inerte sobre el piso. El público de un salto se levanta en asombro. Gritan. Se miran los unos a los otros preguntándose, lo qué pasó. La tensión en su punto álgido. El referí sobre el peleador derribado sobre la lona, con voz en grito, cuenta lentamente:

-Uno, dos, tres….seis, siete….nueve, diez –un nocaut fulminante

El griterío explota. La multitud enardecida por primera vez nota al joven desconocido y hasta ahora desapercibido. Con veneración le llaman, le aplauden, le adulan. De inmediato el encargado se acerca al joven y le habla quedamente: Incumpliste nuestro acuerdo. Nos hiciste perder mucho dinero. Desaparece porque solo tienes hasta esta noche. Te buscaremos y ten por seguro que te encontraremos.   

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