En la fuente
-Tengo sed –murmura la niña.
En el pueblo por las estrechas callejuelas ella corre. Brinca. Juega. En la esquina desemboca en la plaza. Gente va y viene. Ella divisa algo brillante sobre el suelo. De inmediato corre y lo toma. Es una pulsera usada. Ha perdido parte de su brillo. Pero ella se encanta y se la pone en su muñeca.
-Estoy sedienta.
Dos niños juegan con un aro plástico. Lo lanzan y lo siguen. Ella les pregunta:
-¿Puedo jugar con ustedes?
- No se aceptan niñas –replica uno de ellos.
Ella da media vuelta. Se aparta.
De pronto divisa a la fuente. Siente la garganta seca. Se acerca. Está un poco alta. Se empina sobre el borde tratando de alcanzar el hueco, donde se expide el líquido.
-No alcanzo. ¿Qué hago?
Encarama su rodilla sobre el borde. Se impulsa. Acerca su cara. Pero no consigue.
-¡No sale agua¡ -dice.
Espera un rato con su lengua fuera de su boca.
-No hay agua. Ni una gota –comenta.
La sed le quema. Desciende la comisura de sus labios. Muestra un puchero. Derrama una lágrima.
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