lunes, 26 de diciembre de 2022

En el fin del año

 

En el fin del año

El paisaje esta nevado. La luz del sol es suave. El cielo se observa plomizo. El parque es un gran manto blanco. Desde una ventana de un alto rascacielos un hombre observa la calle. Hay ruido. La gente camina apresuradamente. Hace frío. Él está solo. Se acerca el fin del año.

-¿Busco compañía? ¿Es la noche de fin de año un buen momento para conocer a alguien? –se pregunta. Un instante después se decide a salir. Se abriga. La temperatura está bajo cero. Toma el ascensor. Sale a la calle. La sensación al recibir el golpe de la corriente del aire es gélida.

-¡Achís! ¡Oh! No por favor, que no sea la alergia –se queja.

 Camina. Se acerca al parque. Los niños montan trineos. Al verlos él sonríe.

-Se ven felices –susurra. Recuerda cuando él los montaba-. ¡Qué viejos tiempos!

Ya en la acera. El rio humano no cabe. Todos de prisa, se esquivan los unos a los otros.  

-¡Ding dong! –se escucha a la campana de un Papa Noel.

Al voltear la ve. Una chica rubia ríe estrepitosamente al oír un comentario de su acompañante. Le llama a su atención. Permanece observándola con fijeza. Un instante después ella voltea. Nota que él la mira. Se sorprende. Por un segundo ella mantiene su mirada. Luego ella se vuelve y se va.

-Que linda. Lástima que duró poco el encuentro –dice.

Más tarde en la noche. El hombre se viste elegante. Se encamina a la fiesta de fin de año en un hotel. Al llegar el salón, donde se da el agasajo, este está repleto. Una gran orquesta toca música de la temporada. Él se arrima a una pared y observa. Rostros van y rostros vienen. Las horas pasan. Bebe de su copa. Ya se acerca la medianoche. El ambiente está al máximo de excitación. Todos hablan. Algunos se gritan para entenderse entre el barullo. Inesperadamente él la ve. La chica rubia que vio en la calle unas horas antes está allí. La mira ansioso. Y ella voltea. Le mira, solo por un instante. Suenan las campanadas. La gente se alborota. Una lluvia de globos y confeti cae del techo. La chica sale del salón. Él reacciona y la sigue. Ella camina muy rápido casi corre. Él la persigue y en una vuelta la pierde. Se queda solo el pasillo. Ella ya no está.

-¡La perdí! –exclama. Desorientado no sabe qué hacer.

-¿Por qué me sigues? –ella dice cuando aparece de nuevo.

-¡Eres tú! Esta tarde desapareciste y ahora nuevamente-. La mira fijamente.

-Es fin de año. ¿No tienes a alguien a quien abrazar? –añade ella.

-¿Acaso eres tú? –él le dice dulcemente.

lunes, 19 de diciembre de 2022

EN LA NAVIDAD

 

En la navidad.

La primera tormenta de invierno arribó en diminutos copos de nieve. Al paso de las horas se acumuló sobre el piso, en los techos de las casas y  en las copas de los árboles. Un gran manto  de blanco impoluto dominó el lugar.

Un joven se encontraba en los dormitorios estudiantiles de la universidad. Miró por la ventana. Paseo su vista por el entorno externo. Sintió alegría.

-Llegó la navidad –exclamó. Instantáneamente su mente voló hasta su casa paterna, en recuerdo.

Pensó si debería visitar a su familia. Se mantuvo inmóvil. Sin encontrar una respuesta. Pero después dijo:

-¡No! No tengo tiempo. Hay mucho material que estudiar en estas vacaciones. Además es un viaje largo. El clima está difícil.

Después de convencerse que quedarse era lo correcto. Buscó su guía de estudios y revisó.

-¿Tengo que leer ochocientas cincuenta seis páginas? –suspiró-. Más vale comenzar de una vez. Abrió el libro. Inició el estudio. Cuando un olor le llegó de la vecindad. Era el cocimiento de la tarta de manzanas. Sintió deseo de vivir la navidad. Exploró la posibilidad de ir.

-Es un viaje largo. En tren no tanto, pero en autobús si lo es. Pero puedo llevarme los libros y estudiar en el camino. ¡Qué bien me caería un trago de brandy en familia! Podríamos charlar. Contarnos lo último acontecido. Es solo una vez al año. Pero las estaciones de trenes y las terminales de autobuses deben estar repletas. Ya es bastante tarde. Caviló por unos momentos.

-¡Iré! –quiero pasar la navidad en mi hogar. De inmediato arregló un equipaje ligero. Se abrigó. Salió al pleno frío. Se encaminó hacia la estación de trenes. Compró el tiquete. Embarcó el vagón. Y lleno de excitación inició su viaje improvisado. Horas pasaron y otras también más, antes de arribar a su pueblo natal. Bajándose del taxi enfrentó a su casa. Se quedó mudo. Solo contemplándola. El techo cubierto de nieve, el jardín no se veía era solo un manto blanco. Las ventanas encendidas. El humo de la chimenea escapando hacia el cielo. Tocó la puerta, pero estaba abierta. Entró. Y encontró a su familia reunida.

-Hola –gritó emocionado. Varias caras voltearon sorprendidos. En tropel vinieron hacia él. Le abrazaron al unísono, en un abrazo grande y amoroso. – Viniste. Te esperábamos. Riendo y algunos con ojos brillantes.

Divisó la mesa familiar con la comida. El pavo con salsa de arándanos, el ponche de huevos que lucía tibio, la tarta de manzanas y pilas de galletas de jengibre. Todo olía a pino. Los leños crepitaban en la chimenea.

-¡No hay nada como el hogar! –murmuró con el corazón pleno de dicha.

lunes, 12 de diciembre de 2022

EN EL SACRIFICIO

 

En el sacrificio

En el desierto todo está cubierto de arena fina. La que el viento levanta y lleva en el aire. El calor es intenso durante el día y el frío también lo es en la noche. Los alacranes se esconden esperando su presa para en proximidad atacar sin tregua. Hay una soledad constante. Y el agua escasea aunque la sed es persistente. 

En un pueblo cercano, el comercio es ilícito en gran cuantía. Entre los muros de piedra de una casa antigua, muy antigua se esconden secretos. Solo viven dos mujeres, una joven y una vieja. Una de ellas es una muy peculiar. Duerme casi todo el día. Y vaga casi toda la noche. Observa las calles vecinas tras las persianas de las ventanas. Ella busca algo.

Los hombres locales no se acercan a la casa misteriosa. Pero de vez en cuando y de cuando en vez un foráneo llega. Se les ha visto entrar mas no salir.

La mujer diferente al abandonar el lecho se instala en la cocina y apacigua su hambre. Le gusta la carne de cordero y los dátiles. Sus preferidos los consume en cierta cantidad no tan usual. Una vez saciada, se va al baño en el que una gran tina llena de mucha agua se aromatiza con sales y perfumes. Un poco después se viste muy colorida y se adorna con joyas. El maquillaje no falta, que se lo aplica generosamente. Luego espera con paciencia.

-¡chiiiiiiiiir! –se escucha el chirrido de la puerta

La joven al oírlo, se endereza. Se arregla su cabello frente a un espejo. Camina hacia un encuentro. Un hombre delgado de cierta apostura es abordado. Él la mira mostrando satisfacción. Es bella. Tal como le comentaron.

En silencio se aproximan. Se tocan. Él le acaricia la mejilla. Ella le abraza. Ya en el lecho, el tiempo se consume en más caricias con inquietas manos. Los besos no faltan. La pasión los envuelve. Y comienzan los jadeos. Finalizando en éxtasis. El acto sexual quedaba consumado.

El hombre agotado ya bosteza. Se duerme. Y es cuando se desarrolla un ritual muy novedoso para la época. Incienso se enciende. Ella le mira con asiduidad. Sus labios se mueven en un rezo. Sus ojos se oscurecen. Su boca se marca en un rictus. Muy despacio saca una daga. Se entumece. Su cabeza se yergue. Ataca con certeza y brío. Perfora una vez  el cuerpo del amante ocasional. Para seguir una vez más, una vez mas y así muchas veces más. El hombre despierta sin oportunidad de defensa. Ya es tarde. Un gato gordo de ojos amarillos observa impávido. Lentamente una nubosidad baja del vacío sobre la cabeza de la asesina. Se cumple el pacto entre lo humano y lo divino.

-¡Je, je! –ríe astutamente.

 

lunes, 5 de diciembre de 2022

EN EL CAMPAMENTO INDIO

 



En el campamento indio

Al final del otoño, cuando las primeras corrientes frías soplan. Aún el color de las hojas de los árboles es rojizo oscuro. A cierta distancia de un bosque espeso de árboles muy altos, en un campo cubierto de hierba corta se encuentra una aldea de chozas cónicas. Un paraje donde corre un río de abundante agua cristalina. En el que transcurre la vida de unos nativos. En esta estación, ellos ya cubren su desnudez con telas abrigadoras. Ahora el sol declina por el oeste. Su disco se oculta en el firmamento dibujando sombras en cielo.

Algunos jinetes ya llegan al asentamiento. La labor diaria de la caza se ha cumplido. Los niños continúan jugando, los eternos juegos que han pasado de una generación a otra. Las mujeres han montado el fuego entre piedras y ramas secas, el que chisporrotea al arder. Se acerca la hora de la comida. Esperan a sus hombres. Los ancianos sentados, rodeados por algunos jóvenes discuten acerca de los dioses. Otros hombres se entrenan en el oficio de la contienda. La defensa de la tribu es objetivo principal.

Un guerrero de fuerte complexión pasea su mirada a su alrededor. Curiosea sin muchas ganas. Algunas mujeres jóvenes recogen la ropa lavada en la mañana y puesta al sol. El que ya declina. Una de ellas llama la atención del hombre. Es bonita, sin muchas exigencias. Ella ríe mostrando sus lindos dientes, muy blancos. Su vestido se le pega a su cuerpo, por la acción del viento destacando una figura firme y de buena forma.

- ¡Sigh ains! –suspira el hombre. Sintiéndose atraído.

En paralelo, otro indígena observa a la misma mujer, desde otro lado. Sabe apreciar la belleza de su piel morena y su brillante cabellera negra. La mira sonriendo ladinamente. Cierto pensamiento oscuro le cruza en su mente.                            

Por casualidad, los dos hombres se acercan a la joven, al unísono. Al notarlo ellos se miran con disgusto. De inmediato se establece una competencia. El segundo empuja al primero. Quien le responde con un puñetazo. Cuchillos afilados se muestran en sus manos. Inclinados en posición de ataque se acercan y se alejan trazando círculos. El segundo corre hacia el otro cortando el aire a  tajos. El primero salta cubriéndose del ataque. Pero se para con las piernas abiertas en tensión. Respirando hondo. Buscando un lado débil de su contrincante para atacar y herir. La acción produce sudor en su cara abrillantándola. El segundo le cae encima. Y él evade el intento pegando un codazo fuerte en la espalda del atacante, quien cae al piso en dolor intenso. Otros hombres se acercan y los separan. Se da aviso al cacique, quien se presenta de inmediato. Indaga por el motivo de la  pelea. Llaman a la mujer en cuestión.

-¿Sabes que los dos te quieren? Hasta han llegado a intentar matarse. ¿Elige con cual te quedas? Y zanjemos este mal encuentro-. Ella los mira. Se voltea hacia el jefe y expresa:

-¡Ninguno! –marchándose.    

EN EL ABANDONO

  En el abandono Fuiste magnífica. Eres una construcción imponente. Mucho fue el tiempo, el esfuerzo y la fatiga invertida para erigirte...