En la natación
-¡Rin, rin! ¡Rin, rin! ¡Rin, rin! –suena el timbre del colegio llamando al inicio de la jornada. Los chiquillos corretean por el ancho y largo patio. Gritando como si todos fueran sordos. Los adolescentes se mantienen en grupo. Los varones mirando a las chicas. Y ellas riendo sin parar y tocándose el cabello en un gesto nervioso. En los próximos segundos los niños y jóvenes forman filas en el patio de la institución. Los profesores vigilan y llaman a la disciplina. Suena el himno nacional que es seguido por los estudiantes. Al finalizar marchan a sus aulas.
Un chico del tercer año atiende desde la primera fila. No le pierde pisada a su maestro. El compañero sentado detrás le golpea en la espalda. Y cuando el profe no está mirando le suelta otro golpe en su cabeza. El abusado se voltea intentando defenderse. Más tarde en el recreo. Busca en su mochila su desayuno. Y los consume lentamente. Saboreándole. Otros chicos se le acercan y le agreden.
-Oye niña. Cuidado se te quiebran las uñas con el esfuerzo.
En la clase de educación física el chico no es muy diestro. Practica los ejercicios muy suavemente con movimientos afectados. Conducta que incita a sus compañeros a la burla. Ante el ataque él respira hondo con resignación. Mientras piensa porque es el blanco de las burlas y golpes.
En la tarde practica natación. Tan pronto entra en contacto con el agua. Olvida los incidentes adversos del día. Allí flota y nada con estilo. La práctica le hace muy veloz en cualquier estilo que use. Aquí nadie se burla. Le admiran. Le respetan.
-En la próxima semana serán las primeras competencias. En ellas se decidirá quienes participaran en los juegos –informa el entrenador-. Deben entrenar arduamente. Consiguiendo mejorar sus marcas.
-Tic-tac, tic-tac, tic-tac –suena en la cabeza del chico como un reloj insistente-. Mueve sus piernas y brazos enérgicamente para entrar en calor. Sacudiéndolos. Poniéndose su gorro para mantener sus cabellos ocultos evitando incomodidad mientras nada. Mediante un silbido largo el árbitro llama al tome de posiciones. El joven se sitúa en el poyete de salida. Parándose sobre el material antideslizante que le resulta familiar. El árbitro mantiene el brazo extendido. Segundos más tarde baja el brazo autorizando al juez de salida. El juez de salida toma el control iniciando la carrera.
-¡Paf!; ¡Zas! –se escucha al batir el agua los nadadores. Se inician los gritos de los espectadores upando a su favorito. El chico perseguido mueve sus brazos y pulsa sus pies a una velocidad y ritmo sorprendente. Su cuerpo se desliza sobre el agua atrayendo la atención del público. El que hipnotizado no le pierde de vista. Adelanta. Se separa de los otros competidores. Su corazón late impetuosamente.
-Ahí va – gritan-. ¡Qué bueno es! -exclaman en delirio. El campeón arriba a la meta logrando un puntaje record. La multitud se le acerca. Le felicitan. Le admiran. El chico no cabe de emoción. Consiguió ser aceptado.

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