En la inocencia
En algún lugar de Asia existía un niño que buscaba a un dios. Vivía en un bosque rodeado de árboles muy altos, de gran ramaje, que casi no permitían la entrada de los rayos del sol. De su follaje colgaban lianas y plantas parásitas; orquídeas de colores desde el rojo hasta el violeta. Su casa estaba situada a la orilla de un río. Éste era de gran calma. En sus aguas vivían un mundo de seres pequeños, renacuajos y pececitos.
En el día el chiquillo araba la tierra, empujando un arado jalado por un buey. Cubría su cabecita con un ancho y redondo sombrero. Iba con el torso desnudo.
-Busco a un dios desde la mañana hasta la noche. Deseo que me lleva a volar muy muy alto –cantaba
En la noche él encendía una linterna. Observaba el cielo estrellado. Esperaba por una aparición. Y nadie llegaba. Pero sorpresivamente el viento sopló más fuerte, pero no tan fuerte. Lo envolvió. Él sintió que ascendía. Se dejó llevar.
-¿A dónde voy? –preguntó.
-A volar muy alto – le contestaron.
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