En el espionaje
Es el mundo árabe. En un siglo repleto de prejuicios. En la gran estación camina sola. Viste de negro. Se destaca su cabellera larga y de tonalidad clara. Debe ser vista. El príncipe debe elegirla. Su misión debe llevarla a cabo. Es alto el compromiso. Se juega su vida. Si es descubierta será arrestada y condenada a muerte.
A su tiempo él aparece. Luce descollante. Mira hacia el frente. No presta atención.
-¿Me habrá visto entre esta multitud? –susurra la mujer.
-No me ha advertido –confirma la desconocida.
-Ya estamos cerca. Es mi ocasión – afirma ella.
La mujer enigmática se cubre con un velo oscuro. Debe descubrirse en el momento crítico.
Bajo sorpresa ella percibe que en un parpadeo él la ha avistado. Ella detiene su respiración. Su corazón se acelera.
-¡Debo descubrir mi cara! –lleva su mano a su cara. Remueve el velo. Revela su faz.
Él queda impactado ante su belleza. Al llegar a su lado la aborda.
¿Quién eres? –él le pregunta.
-Soy la elegida –transmitiendo la clave del encuentro.