En el mercado de esclavos
Hace calor en el verano romano. En el mercado de esclavos los clientes curiosean. En la tarima ya se muestra alguna mercancía. La subasta ha comenzado. Sin embargo, no hay puja.
-Veamos si es buena la muestra –comenta uno de los asistentes.
Tres esclavos están a la vista. Uno de raza negra, otro blanco y un mestizo. Uno de ellos llama la atención de los participantes. En un letrero colgando de su cuello se indica que es de Libia, de buena salud y maestro de oficio. Él es de estatura muy alta. Su complexión es atlética. Se nota saludable. Los pujantes se acercan y lo toquetean. Algunos van más allá examinando sus testículos para verificar su capacidad de engendrar. Satisfecho con la inspección pide su precio.
-¿Cuantos ases vale ése? –pregunta un interesado
-1.400 sestercios –responde el venalitius.
-Ofrezco 1.100.
Es aceptado. El esclavo pasa de dueño. Solo incertidumbre hay en su futuro.
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