lunes, 30 de enero de 2023

EN EL NARCISISMO

 

Soplaban los vientos primaverales. En un vasto bosque los árboles crecían a alturas inimaginables. El monte se extendía apretándose al terreno. Las ramas se inclinaban bajo el peso de las flores. Un mosaico de colores sorprendía a la vista. Un joven lo visitaba con frecuencia. Le atraía la belleza del paraje. Cazaba ciervos con frecuencia, en soledad.

-Estoy solo. Qué extraño soy –habló al paisaje.

Una ninfa se ocultaba en el bosque. Ella espiaba al muchacho. Ya le ha había contemplado muchos días. Y prendada de su apostura le seguía. Ella acarreaba una maldición. Ejecutada por una diosa. Por lo que ella solo podía repetir la última palabra de lo que los otros expresaban.

El muchacho notó que le seguían. Sorprendido preguntó:

-¿Quien anda ahí?

De inmediato la ninfa le respondió.

-Ahí. Ahí.

-Quiero verte. ¿Dónde estás? –le replicó el jovenzuelo. De inmediato ella se descubrió. Corrió hacia él. Abrazándole en emoción. Pero él sorprendido la rechazó. Y empujándole la apartó.

-Vete. No te acerques –le gritó

La ninfa entristecida se alejó hasta el borde lejano del bosque. Llorando. Solicitó a los dioses un castigo para el muchacho cruel. Y en desventura vivió en soledad. Consumiéndose hasta quitarse la vida.

Una diosa en respuesta guió al joven, que en vagancia se hallaba, hasta el borde de un lago. Quien se asomó al agua cristalina. Sorpresivamente, el joven encontró en el fondo el reflejo de sí mismo.

-¿Quién eres? ¿Acaso soy yo mismo?- exclamó.

Presa del enamoramiento, él fue incapaz de retirarse. No podía tocar su imagen por temor a dañarla. Imposibilitado de dejar de mirarla. Ansioso se lanzó al agua para alcanzarla. Se ahogó. Entregó su vida en desespero. 

lunes, 23 de enero de 2023

EN LA NATACIÓN


 

 

 

En la natación

-¡Rin, rin! ¡Rin, rin! ¡Rin, rin! –suena el timbre del colegio llamando al inicio de la jornada. Los chiquillos corretean por el ancho y largo patio. Gritando como si todos fueran sordos. Los adolescentes se mantienen en grupo. Los varones mirando a las chicas. Y ellas riendo sin parar y tocándose el cabello en un gesto nervioso. En los próximos segundos los niños y jóvenes forman filas en el patio de la institución. Los profesores vigilan y llaman a la disciplina. Suena el himno nacional que es seguido por los estudiantes. Al finalizar marchan a sus aulas.

Un chico del tercer año atiende desde la primera fila. No le pierde pisada a su maestro. El compañero sentado detrás le golpea en la espalda. Y cuando el profe no está mirando le suelta otro golpe en su cabeza. El abusado se voltea intentando defenderse. Más tarde en el recreo. Busca en su mochila su desayuno. Y los consume lentamente. Saboreándole. Otros chicos se le acercan y le agreden.

-Oye niña. Cuidado se te quiebran las uñas con el esfuerzo.

En la clase de educación física el chico no es muy diestro. Practica los ejercicios muy suavemente con movimientos afectados. Conducta que incita a sus compañeros a la burla. Ante el ataque él respira hondo con resignación. Mientras piensa porque es el blanco de las burlas y golpes.

En la tarde practica natación. Tan pronto entra en contacto con el agua. Olvida los incidentes adversos del día. Allí flota y nada con estilo. La práctica le hace muy veloz en cualquier estilo que use. Aquí nadie se burla. Le admiran. Le respetan.

-En la próxima semana serán las primeras competencias. En ellas se decidirá quienes participaran en los juegos –informa el entrenador-. Deben entrenar arduamente. Consiguiendo mejorar sus marcas.

-Tic-tac, tic-tac, tic-tac –suena en la cabeza del chico como un reloj insistente-. Mueve sus  piernas y brazos enérgicamente para entrar en calor. Sacudiéndolos. Poniéndose su gorro para mantener sus cabellos ocultos evitando incomodidad mientras nada. Mediante un silbido largo el árbitro llama al tome de posiciones. El joven se sitúa en el poyete de salida. Parándose sobre el material antideslizante que le resulta familiar. El árbitro mantiene el brazo extendido. Segundos más tarde baja el brazo autorizando al juez de salida. El juez de salida toma el control iniciando la carrera.

-¡Paf!; ¡Zas! –se escucha al batir el agua los nadadores. Se inician los gritos de los espectadores upando a su favorito. El chico perseguido mueve sus brazos y pulsa sus pies a una velocidad y ritmo sorprendente. Su cuerpo se desliza sobre el agua atrayendo la atención del público. El que hipnotizado no le pierde de vista. Adelanta. Se separa de los otros competidores. Su corazón late impetuosamente.

-Ahí va – gritan-. ¡Qué bueno es! -exclaman en delirio. El campeón arriba a la meta logrando un puntaje record. La multitud se le acerca. Le felicitan. Le admiran. El chico no cabe de emoción. Consiguió ser aceptado.

lunes, 16 de enero de 2023

EN LA MISERIA

 


En la miseria

Es ya de madrugada. El crudo invierno invade con su temperatura gélida. Por los orificios se cuela el viento. En una habitación donde todo está gastado viven dos personas.

-No hay trabajo. ¿Cómo podré traer comida? – musita uno de ellos.

Con una ropa agujereada trata de abrigarse. Pero es difícil, la tela está muy delgada por el uso continuo.

Brrr! –se queja del frío. 

Bosteza largamente, es por el hambre. Un dolor invade su estómago vacío. El que solo contiene ácidos que intentan digerir lo que no hay. No concilia el sueño. Su mente solo procesa problemas.

-¡Sigh ains! -suspira la mujer en la cama. Después se oye un lloriqueo El compañero extiende su brazo y con su mano le toca la frente. Le preocupa, porque ella tiene fiebre y una muy alta. Ni pensar en llevarla a un hospital. No hay dinero para medicinas. Ella yace sobre un colchón con roturas por todos lados y ya sin resortes. La sábana que la cubre está muy usada, no abriga, huele muy mal, apesta. Continuamente la visitan las ratas. Las que lamen sus heridas. El piso está levantado y con severos huecos. Filtraciones corren por las paredes que ya ni color tienen. Tres fotografías antiguas estas despegadas a punto de caer. El ambiente es húmedo. El aire esta irrespirable. La mujer en su letargo llora. Es un llanto débil que casi ni se escucha. Trasmite dolor, uno perenne.

-Dios. ¡Ayúdame! –suplica el hombre. Baja su cabeza, la barbilla sobre su pecho, las lágrimas corren por su cara. Hay rabia con desespero. Siente que no puede respirar. Se levanta. No tiene rumbo. Se acerca a la pared. Se choca con ella. Comienza a golpearla con su cabeza. Al inicio lo hace suavemente. Y luego golpea más fuerte. Más y más fuerte. Con desesperación. Se rompe la piel. Un hilo de sangre corre. El llanto le domina. Va cambiando a uno más fuerte. Griticos se escapan de su boca. Suben de intensidad. Y ya son gritos.

Inesperadamente para de llorar. Voltea y mira la ventana improvisada. Se ve la luna blanca y brillante en la inmensidad del cielo oscuro. El hombre la observa fijamente. Su mente para de procesar solo problemas. Queda en blanco. Los restos de lágrimas se han secado. Él se calma. Una idea nueva le llega a su cabeza.

-Pero yo puedo cambiar esto. Debo buscar una salida. ¿Y si voy a los muelles? Podría descargar algún barco. O limpiar la cubierta. Me haría unos pesos. Y también puedo pedir un trabajo de recogedor de basura, este siempre hay. Si trabajo dos turnos me pagarían más….

Y él salió. Caminó suave y luego le metió prisa. Respiró hondo. Su corazón palpitó fuerte. Algo en su interior le comunicaba que podía conseguirlo. Y en medio de tanto dolor un intento de una semi sonrisa se dibujó en su rostro.

lunes, 9 de enero de 2023

EN EL MAR


 

 

En el mar

Un ruido contante de olas meciéndose arrulla el ambiente. El sol golpea con fiereza lo que toca. Cuerpos deseosos de broncearse se muestran sobre la playa. Gaviotas vuelan casi rosando al mar ancho. Algunas lanchas flotan un poco más allá. De pronto una pasa a velocidad arrastrando a una esquiadora. De cuerpo esbelto y de estatura alta maneja con destreza los esquís sobre el agua.

-¿Cómo lo sientes? -le preguntan desde la lancha-.Suave, excitante –ella informa.

Algunos corren sobre la amplia playa. Están pendientes de su físico. Niños corretean persiguiéndose en un juego divertido.

-Que te alcanzo –grita uno-. ¡Qué va, No puedes! –le responden.

Un anciano y dos nietos construyen un castillo sobre la arena.

-Abuelo no puedo con la torre. No aguanta. Se cae –grita un chiquillo-.No humedezcas mucho la arena –le aconseja.

Al consumirse el día la playa ya luce desierta. Es de noche. Pocas luces le alumbran. Una pareja llega. Traen una botella de licor. Toman varios tragos. Quizá demasiados. Se acuestan en la arena. Se abrazan. Se besan. Unos instantes después ella se levanta y corre hacia el mar.

-¡Ven nademos! –invita. Su compañero; pasado de copas; no responde ya cayendo en una modorra.

Ella se aventura en el agua. Bracea sin rumbo. Adentrándose en la profundidad imprudentemente. Súbitamente la superficie del agua se agita. En lo profundo se sienten corrientes. Ella extrañada mira a su alrededor sin comprender. Cuando siente una arremetida. Y un dolor en su pierna que la hace quejarse. Presa de confusión trata de apartarse. Cuando una fuertísima sacudida la lleva a un lado y luego al otro a una velocidad y con una fuerza sorprendente. El dolor se intensifica. Y su cuerpo sale sobre la superficie. Ella observa a la  bestia que la tiene prisionera en sus fauces. Cuando con igual fuerza la hunde arrastrándola en la profundidad. Presa del terror grita solicitando ayuda.

-¡Auxilio! ¡Me lleva el tiburón! –grita en desesperación.

Pero nadie le escucha. Su compañero está en profundo sueño. Y no hay mas nadie en el alrededor. El inmenso animal se desplaza en el agua turbulenta a velocidad. La chica es arrastrada. Solo siente un terrible dolor en su pierna prisionera de la boca del animal. Pierde respiración. Abre su boca buscando aire pero solo traga agua. Muy pronto morirá. 

lunes, 2 de enero de 2023

EN EL MUSEO

 

En el museo

Es tarde en la noche. Un desconocido vestido completamente de negro camina. Porta un maletín amplio, muy cargado. Se acerca a un museo. Entra al edificio abandonado que queda vecino. Sube al tercer piso. Se sitúa en una ventana desde la que se ve la galería. Saca del maletín una cuerda metálica con un ancla en su terminal. Apunta el lanzador hacia el piso alto del museo. La dispara. El ancla disparada se acomoda en el borde superior del techo. Se cuelga una cartera de herramientas a su cuerpo. Se coloca una máscara. Coloca la baga con cuerda; que sostiene un asiento; en el cordón que va desde la ventana hasta el techo del museo. Se monta. Aprovechando el declive se desliza rápidamente. Pasando sobre el muro y la valla de seguridad.

-Ahí vamos –murmura mientras se transporta.

Al llegar a la pared del edificio se mueve hacia la ventana. Le desmonta desde sus bordes. Burlando la alarma. Por la abertura entra en el recinto. Camina sigilosamente.

-Hola. Ya estoy adentro –habla por un teléfono muy quedamente a una segunda persona.

-Ya desconecto el panel con el sistema de alarma y se cortará el campo magnético –informa el segundo.

El silencio es profundo. Hay pocas luces encendidas. El ladrón mirando cautelosamente hacia ambos lados recorre la distancia hasta la sala. Aquella en donde se exhibe la pintura elegida. Al localizarla la mira con atención.

-¡Que bella es! –susurra embelesado.

Procede al desmontaje de la pieza. Súbitamente se dispara la alarma. El edificio se copa de un ruido cortante, que llena cada rincón. Las lucen se encienden invadiendo la oscuridad.

-¡No desconecto la alarma! –dice casi en un grito.

Rápidamente agarra la pintura. La envuelve en un paño. Y corre. Al máximo que le permite las salas y pasillos. Ya se oyen las voces de los guardias. Hay un movimiento envolvente que viene hacia la sala robada. El ladrón busca el camino de escape. Su respiración es agitada. Corre tan de prisa que en una vuelta resbala y se desplaza sobre el piso, golpeándose bruscamente contra una pesada mesa de mármol. El cuadro sale de sus manos. Queda mareado por el golpe. Se incorpora. Pero cae. Siente un fuerte dolor en sus rodillas.

-Ay, me rompí….

 Tres guardias le rodean. Le apuntan con sus armas. -Queda detenido. La policía ya viene en camino –le enteran. El ladrón mira hacia el cuadro tirado sobre el piso. Tristemente exclama: ¡Falle!

EN EL ABANDONO

  En el abandono Fuiste magnífica. Eres una construcción imponente. Mucho fue el tiempo, el esfuerzo y la fatiga invertida para erigirte...